domingo, 21 de febrero de 2016

Imagine



Imaginate que de pronto encontrás en tu corazón la respuesta. Que tus enojos e iras se calman. Que te agradan personas que antes no soportabas, que tenés compasión con la gente que te lastimó, que te convertís en alguien que ve y reconoce la falta de amor como único motivo en los conflictos violentos y en los abusos de poder.

Imaginate que esa convicción te hace amarte incondicionalmente, reconociendo que sos un tesoro para la vida y el ambiente en el que vivís, tan grande como esas personas que admirás. Ese amor que sentís en el corazón te conecta con los humanos como hermanos, sensación en la que confiás como en una red irrompible. 

Imaginate que lo mejor que podés hacer por vos y por el mundo es ser ese que cada tanto reprimís, o que está un poco apagado ultimamente. Ese ser que se achica por falta de impulso. Imaginate que los demás te agradecen tus palabras, tus abrazos, tus artesanías, tus canciones, tu voz. Que los demás celebran con profunda gratitud tu voz, fuerte o silenciosa, por genuina es suficiente. 

Imaginate que decir sí o decir no te salva de una depresión o un atracón de azúcar. Imaginate que tu visión única sea lo mejor que le podés dar a quien más querés. Y a quien más te cuesta amar también. Imaginate que te alegrás profundamente por los logros ajenos. Que se disuelven celos y competencia en ese instante, te alegrás por los logros ajenos. Te convidan alegría.

Imaginate a la Tierra latiendo, al Universo moviéndose y necesitando de tu vitalidad para ser. Imaginate latiendo con la Tierra como en el vientre de tu madre, nutriéndote de la gravitación que te une a su centro. Imaginate bebiendo Sol por los poros de la piel y seguro de que un rato de eso te puede salvar un día difícil.

Imaginate que que cueste no es un problema. Que el tiempo se ralentiza. Que reconocés que tu aporte es tan pequeño como indispensable para que la humanidad se despierte al Amor, a los vínculos fraternales y colaborativos. Imaginate que necesitás ayuda y te la dan. Que necesitás estar solo y encontrás silencio. Imaginate que aprendés a interpretar las necesidades de los demás y podés ayudarlos.

Imaginate que te abrazan, que te manifiestan amor incondicional. Imaginate que amás y sentís incondicionalidad con el resto de los seres que te rodean. Imaginate que soltás finalmente las ganas de controlar el efecto de tus acciones y descansás en la fe de que lo hiciste con amor, de que te ofreciste como canal de lo que nos une y que, entonces, nunca te vas a equivocar. Ampliarás tu consciencia, echarás luz desde adentro hacia fuera. Sentirás que sos uno y que sos todo. Que sos libre.
Imaginate que la felicidad no es lo que te imaginás. Imaginate que la realidad se vuelve más sabrosa que tu imaginación.

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