Me duele un poco la cintura. No hay postura de yoga que resista tener dos gatitos dormidos en la falda y la computadora sobre la mesa a mi derecha. Las patas arriba de un banco se convirtieron en cucha para dos. Estoy en una especie de marichyasana, torsionada y feliz.
Desde hace alrededor de un mes se mudaron a casa dos hermanos, León e Hindi, dos gatitos que me están enseñando mucho de disfrutar. Descarados se estiran ante mis mimos producto de mi incontinencia emocional. Y les encantan, y yo soy feliz con el calorcito de sus cuerpos.
Mientras tanto, disfruto de descansar con la lluvia de fondo después de una semana de muchos encuentros, de trabajo del más lindo y de ganas de recomenzar, una y otra vez, a recrear y vivir desde la ignorancia. La libertad de ya no saber qué puedo llegar a experimentar pero trabajar por experimentar, por sentir nuevo cada instante me da la adrenalina suficiente que propone el desapego.
Y la lluvia me hizo de viaje en el tiempo y me puse a leer las entradas de este blog cuando era un diario de viaje. Y me impresionó que yo recuerde tan distinta a la Mariana que escribía esas palabras y que sin embargo me reconozca. No pensé que me pasaría, como siento que nací a otra vida a veces me olvido que la que vivió y recorrió el camino hasta aquí es la misma que escribe estas palabras.
Y ando con ganas de manifestar la alegría y agradecimiento que siento por la vida, por las personas y seres que me encuentro en el camino.
Afirmo: la vida puede ser una fatalidad o una decisión de ser felices.
Amor para todos en todas sus manifestaciones
:)
Desde hace alrededor de un mes se mudaron a casa dos hermanos, León e Hindi, dos gatitos que me están enseñando mucho de disfrutar. Descarados se estiran ante mis mimos producto de mi incontinencia emocional. Y les encantan, y yo soy feliz con el calorcito de sus cuerpos.
Mientras tanto, disfruto de descansar con la lluvia de fondo después de una semana de muchos encuentros, de trabajo del más lindo y de ganas de recomenzar, una y otra vez, a recrear y vivir desde la ignorancia. La libertad de ya no saber qué puedo llegar a experimentar pero trabajar por experimentar, por sentir nuevo cada instante me da la adrenalina suficiente que propone el desapego.
Y la lluvia me hizo de viaje en el tiempo y me puse a leer las entradas de este blog cuando era un diario de viaje. Y me impresionó que yo recuerde tan distinta a la Mariana que escribía esas palabras y que sin embargo me reconozca. No pensé que me pasaría, como siento que nací a otra vida a veces me olvido que la que vivió y recorrió el camino hasta aquí es la misma que escribe estas palabras.
Y ando con ganas de manifestar la alegría y agradecimiento que siento por la vida, por las personas y seres que me encuentro en el camino.
Afirmo: la vida puede ser una fatalidad o una decisión de ser felices.
Amor para todos en todas sus manifestaciones
:)