miércoles, 22 de agosto de 2012

4 meses a lo yogi, 10 dias a lo buda

Desde que llegue a Dharamsala repito a la gente que me cruzo que India es un lugar para venir a renacer. No creo haber descubierto la polvora por decir esto, claro. ¿Cuántos vinieron antes que yo? ¿Cuántos miles de anios de sabiduria forman la identidad de este pais?

El problema es que India esconde su saber detras de la suciedad de sus calles, rutas, rios, en el ruido de las ciudades, en la mirada libidinosa de los hombres, en el picante de su comida. Pero son pruebas. Para saborear el verdadero mensaje de este pais -que confieso, apenas conozco- no hay que dejarse espantar por las impresiones superficiales. Deberian advertirlo en los aeropuertos internacionales: sea paciente, India se muestra de a poco.

Y asi llegue yo, entusiasta e inconsciente y me choque con sensaciones demasiado intensas, un calor que cala huesos, músculos y cerebros. Busqué hacia donde el instinto me llevó y encontré el lugar para mi. En Dharamsala encontre un utero capaz de cobijarme por un tiempo, un lugar con mi nombre, un pueblo con una familia esperándome y una técnica que me permitiría seguir viajando, esta vez, hacia adentro de mi ser. Creí que en India aprendería algo para llevar de vuelta a la Argentina, que yo estaba fantástica y solo necesitaba aprender algo para compartir con los demás. Ingenua, apenas unos días despues de llegar a este mundo paralelo sentí que necesitaba sanar. Dharamsala era el principio de un camino nuevo.

Hace casi cuatro meses que practico yoga todos los dias, muchas horas, desde muy temprano. Es de noche y con Pedro y Dani, mis companieros de esta aventura, arranco a intentar descubrir espacios dentro mio, de eso se trata. Creo que entendí que la creatividad no es inventar, es permitir que las cosas sucedan. Para eso se necesita espacio, condición para que todo exista. Y con esta práctica de yoga encontré espacios dentro mio que los tenia censurados, cerrados, reprimidos por musculos que se contraen para defenderme de la posibilidad de sufrir y lo unico que generan es una plazo fijo de dolor.

Y venía el monzon y me dije, como buena Luna en Piscis, perfecto, el agua, las nubes, la lluvia me metera mas para adentro, hara la limpieza má radical. Quéintensa que soy a veces. Odié la lluvia tantas veces ya, me cansé de ver caer gotas de todos los tamaños, de que la humedad se meta entre las hojas de mi diario, en los hilos de mi ropa, en mis pulmones. Y como mi intensidad no se rinde tan fácil pensá: tiempo ideal para la meditacion, el sonido de la lluvia es tan relajante. Me anote en un curso de Vipassana para principios de agosto. 10 dias de silencio, 10 horas de meditación diaria, aprender la técnica de meditación con la que Siddharta Gautama alcanzó la iluminación y pasó a la eternidad como el Buda. ¿Qué son 10 dias en la vida?

Bueno, puedo decir que pueden ser mucho. Todavia estoy bajo los efectos de la salida y no quiero decir cualquier cosa solo por afirmar espiritualidades innecesarias. Voy a escribir, simplemente, que después de estos 10 dias me vi distinta. Extraño la cámara de fotos y las páginas en blanco. Extraño la adrenalina de las estaciones de tren y de contarle al mundo que todavía hay encantadores de serpientes tocando la flauta por las calles de algun rincón del mundo. Las rotativas vuelven a abrirse, diarios, revistas, medios del mundo, estoy de vuelta. Amigos, tambien. Familia, estoy por salir de un segundo utero que me regalo 4 meses llenos de aprendizajes. Ahora quiero ver que hay afuera. Cantando bajo la lluvia disfrutare de los 6 dias que me quedan por aca, y silbando bajito me ire a ir siendo.