jueves, 24 de septiembre de 2015

fines de septiembre

Tengo un día de llorar por cada cosa que me conmueve. Sí, también tiene que ver probablemente con la altura del mes y la menstruación. Soy mujer y hay días en que la sensibilidad vibra más en la piel que otros.
El mundo masculino me hizo callarlos por mucho tiempo, sentir verguenza de esas lágrimas que salen, o de esa suave angustia que me ancla en la Tierra cada más o menos 28 días. No había que creerle demasiado a "esos días" porque se supone que la visión está alterada por las hormonas en sangre. Bueno, nada que ver, hoy creo que son días para valorar y apreciar, como cada momento que se vive. Decidí no esperar a que pase para animarme a postear. No estoy alterada por una droga o enardecida de odio, estoy hablando desde mi ciclo vital.

No me quiero hacer la buena, ni la mártir, pero tampoco la distraida. Hoy me duele el mundo y mi humanidad, la que habita en mi cuerpo y la que siento alrededor. Me duelen las injusticias sociales, las enfermedades, lloro porque me da miedo qué niveles de catástrofes naturales y de más sufrimiento humano podrán venir si seguimos avanzando con la "razón" y sin el corazón. Me duelen los amigos que me hicieron doler, con dificultad, sin embargo, intento agradecer los aprendizajes. Me duelen los desencuentros con la gente que quiero, con los vecinos, con toda esta loca ciudad en la que vivo

Cuándo vamos a ser capaces de ser facilitadores de la felicidad de los demás y del planeta. Hoy una amiga escribió: si querés que algo cambie, vas a tener que animarte a hacer algo que nunca hayas hecho. Quedó resonando dentro.

Hay muchas herramientas. Podemos pedir ayuda, quizás cambiar competencia y comparación por solidaridad.  Me gustaría vivir en un mundo donde busquemos la felicidad sin llevarnos puesto a los demás o a la naturaleza, porque esa no es felicidad, creo que eso es ego momentáneamente entretenido. Tal vez un día logremos ser con los demás como deseamos que sean con nosotros. 

Usar el poder que cada uno tiene para transformar el hoy, sabiendo que no tenemos ni idea de qué se puede tratar el futuro, sólo la esperanza de que sea algún lugar más cercano al amor.

Intento que el dolor no sea sufrimiento estancado en un pensamiento y en una sensación física, que sea el motor de la transformación y el grano de arena, la gota en el mar para el mundo en el que vivo. 

Haré los ejercicios de Hatha Yoga que sé que hacen bien. Voy a cocinar lo más natural que tenga al alcance. Observaré los pensamientos y pasarán como el aire en las exhalaciones. Trataré de ser agradecida por el día, los alimentos, la vida y la posibilidad de aprender y sumar para que vivamos todos en un mundo mejor.

Y agradeceré, también, la posibilidad de expresarme. Y de sentir amor.