jueves, 23 de octubre de 2014

- - - { { {

hace tiempo un compañero yogui, en medio de una de esas crisis existenciales que atravieso de las que le quitan el sentido a todo, me hizo preguntarme una y otra vez qué era la mente. me descolocó y fue la salida de un túnel oscuro que tenía a mis pensamientos como paredes infinitas.

la práctica espiritual sostenida, en mi caso el yoga y la meditación, las experiencias trascendentales que el aislamiento y la observación de uno mismo provocan, los saltos de conciencia, la sensación de dios, de amor, de luz en el corazón, más íntima que la de sentarse en el inodoro, genera además de un alivio, un estado de orgullo personal. o a mí me lo generó. el saber que fui capaz de atravesar algunas capas de mi inconsciente, de decidirme a navegar los pantanos de mis desesperaciones y la luz que eso trajo a mis ojos, me construyó un carro al que me subí. un carro como el del tarot, con su fuerza y sus dos caras.

comenzar a compartir mi práctica, la situación de ser fuente de consulta, de que algunas personas me pidan que los observe, y al observarlos transformarme con ellos. al conocer sus dolores, reconocer los mios, me dio una cierta certeza un poco egocéntrica desde la cual empecé al ver al mundo. y suena la sirena de descalificado.

de india me fui peleada con quien fue el mayor maestro que alguna vez haya tenido, porque me habló mal, me gritó, porque lo sentí agresivo conmigo, porque me enojaba que alguien pudiera enseñarme algo sin tomar algo de mi. como si existiera la posibilidad de que el pudiera mostrarme un camino sin conocer el mio. me enojé, me dolió huí de él, no quería exponerme ante el ogro incapaz de reconocerme. acusé a su ego desde el mio y perjuré que jamás volvería a aprender desde la agresión, desde el maltrato.

casi dos años después, vuelven a mí sus palabras y sus enseñanzas como si hubiese encontrado un poso de petróleo. volví a compartir en las clases la simpleza de lo que me enseñó. vuelvo a agradecer profundamente la oportunidad que me dio de estar cerca suyo y de llegar a conocer hasta sus más oscuras reacciones.

el ego, igual, el ego, la mente identificada con las maravillas de la vida se cree que le son propias, el maestro que se cree dueño de una verdad que lo atraviesa, el miedo de soltar las certezas, de aceptar la impermanencia de la verdad y volver a nacer cada día.

decía, dos años después, y unos meses más tarde de la pregunta de la mente, me sugirieron que me pregunte qué es para mí el amor. el amor todo, y otra vez me di cuenta que estaba en un túnel. el túnel del silencio del encierro en mí misma, el túnel de la dificultad de salir, de renacer después de la transformación y la muerte que significaron los últimos años en mi vida. el túnel hecho de las ideas de las cosas, el amor guardado en un frasco con una etiqueta que dice perfecto y que no puedo usar. la idea del amor experimentada en solitario para que mis padres me aplaudan, los de esta vida y los del cielo. el aplauso, la necesidad de la aprobación de la mano del rechazo a gestos de afecto genuinos.

otra crisis existencial nace desde el profundo cuestionamiento de qué es el amor. y me digo que sentir amor y agradecimiento por la vida que hoy me toca no puede ser dolor para otra persona, ni tampoco intransigencia. que el amor por otra persona no puede ser un castigo para mi alma, que sentir amor por la tierra y la naturaleza es ser parte de ella, que no quiero hacer más que seguir aprendiendo de los que me rodean, de sus palabras, de sus gestos, aunque a veces me duelan, aunque me muestren sus imperfecciones y yo a ellos las mías. el dolor de los diálogos verdaderos, del aprender de los encuentros que me tiran abajo ideas que ya no hace falta sostener. eso también debería ser amor si tengo fe. un gracias en voz bajita en diálogo íntimo con la vida. amor de todos por todos y todo, en igualdad y sin juicios, hasta que se disuelvan las ideas, hasta que no haya duda de que el amor conquistó el sentido de toda la vida y volvamos a nacer.
porque para ilusionarme con la idea de estar tranquila me quedo en el túnel, y para quedarme en el túnel ya no me hago más preguntas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario