domingo, 20 de abril de 2014

fogón pascuero

Me desperté después de haber compartido una cena y un fuego con amigas. La luna partida al medio brillaba en medio de la ciudad. Mujeres, en los treintas, sentadas en una terraza rodeada de edicifios, tomando té, o vino o cerveza, deseando la felicidad, cuestionándonos de qué manera vivimos nuestros procesos más íntimos, nuestros vínculos con los hombres, nuestra seguridad frente a lo que hacemos, frente a la vida que elegimos. Intentando ayudarnos, escuchándonos, queriendo creer. La decisión de la noche fue que vamos a empezar a bailar más.



Amanecí en mi cama con Hindi, el gatito marrón de lomo blanco que vive en mi hogar, apoyado en la palma de mi mano y León, su hermano, acurrucado cerquita de mis piernas. Me desperté rodeada de amor. Ayer prendí en el fuego a la mariana que ya no seré. Y abajo de la ducha -el olor a humo del fogón me acompañó toda la noche- reflexioné, porque seamos religiosos o no, creamos en órdenes superiores o no, intuyamos que hay cosas que no entendemos que nos sostienen o lo que sea, hoy es un aniversario.

Me apareció esta afirmación:

¡Es el día que Jesús deja de ser víctima!

podemos quitar el nombre y llamarlo, un hombre! un hombre deja de ser víctima!
me alegré de pensarlo! Ya ni la muerte ni la tortura sufrida es excusa! hoy la historia nos cuenta que un hombre eligió ser absolutamente vehemente y el destino le regaló renacer, resucitar.

 Hoy ya no está crucificado ni muerto, está vivo. Ya no hay quien llora a su alrededor, no hay sangre.

Jesús es una conciencia. El revolucionario, el que entiende que el amor es el camino, lo dice, lo grita, lo afirma, lo comparte, y muere por eso.

Es la conciencia del sacrificio y del trabajo duro, es una parte de nuestro ser, de nuestra alma. Jesús vive en nuestros corazones, como vive la ecuanimidad de Buda y su infinita paz.

Jesús se anima porque sabe que si muere, resucita, muere hoy, ayer y mañana, porque se entrega en cuerpo y alma a lo que siente que es el sentido de su vida: compartir su diálogo con dios.

Y nosotros acá, a dos mil años del suceso histórico seguimos creyendo que es una figura de enciclopedia o un líder espiritual, y no una parte de nosotros. Seguimos creyendo que murió por nosotros, y a él gracias y a nosotros pecadores mil perdones.

Jesús es la conciencia de que la vida no vale sin pasión, sin entrega y sin sacrificio. Hoy la historia nos dice, anímense a morir, que la vida es eterna, que no hay qué temer, más que a vivir sin buscar, sin compartir, sin tener la intención de evolucionar y de encontrar el amor universal, sin ser el ser supremo que somos en colectivo, sin vernos en el otro, sin compasión.

Si estuviese de nuevo frente al fuego, me vuelvo a parar, hago otro bollito de papel, agarro otro pedazo de madera como hice anoche y digo: despido a la víctima, a la golpeada, a la presa del destino. Recibo la nueva vida, la libertad, la liberación. Como el tiempo no existe más que en ilusión, arde una madera en el fuego del espacio y se escucha vibrar un Om.

Feliz vida,

:)

que todos los seres seamos felices!

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