sábado, 8 de marzo de 2014

génesis


Primero después de lo anterior irrumpió el té y el cambio de costumbre: hebras en agua caliente en lugar de café con leche. Después fue la lectura: El Libro del Té en lugar del Manifiesto Comunista y novelas con alcochol. Después fue la Ceremonia del Té y su eterna meditación. Después fue el yoga, y el té al final de cada práctica. Después fueron China, Japón y Sri Lanka, Corrientes y Misiones. Y también fue, y es para siempre, la India en el corazón y sus tés de cuerpos fuertes y colores dorados, como los ojos de quienes lo cosechan. El cuerpo hecho árbol y la gravedad trascendida. Los pies en la tierra.
Después fue volver, Argentina, y la recreación después de la disolución, la meditación y la parcial y trabajosa unión con el Universo. Siguen siendo los intentos, las idas y vueltas, las ganas de compartir.
Primero será eso: las ganas y después la inevitable necesidad de compartir. Las de un padre, y de una madre. Y las propias. Y el nacimiento.




Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Y vio Dios que era bueno

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