viernes, 22 de marzo de 2013

Viernes, otoño, aries

Lo que tengo es este momento. La compu, el mate, recuerdos y una sensación en el estómago que no me permite estar acá del todo. Intento escribir sin pensar demasiado, sin filtrar, pero pienso en el blog y viene a mi cabeza que alguien lo leerá y automáticamente surgen represiones. Me pregunto por qué e intento no escucharlas.



Mañana van a hacer cuatro semanas desde que volví a Argentina y me tiemblan las piernas, quizás será que hoy arranca Aries y esto que se cuenta de que es el signo de los comienzos, el primero del zodíaco. Es como estar frente a los ingredientes de una ensalada que me empiezo a preparar y que la quiero colorida y llena de sabores y nutritiva y orgánica, y de pronto siento que sólo tengo lechuga para ponerle. Que no hay siquiera aceite. El problema quizás sea que vivo queriendo más de lo que tengo.

Me miro al espejo y me siento rara. Veo a una persona normal y no me gusta ser normal. La experiencia india y asiática en general me conectó directa y sutilmente con el ser mujer y con todas estas abejas reinas que vuelan, que volamos, por el mundo queriendo expresarnos y frustrándonos en el camino, aunque no nos demos cuenta. Repitiendo. Lo mismo que el obrero, lo mismo que el que hoy está untando miel en su tostada. Este péndulo en el que vivimos entre ser hijos y luego, energéticamente padres sin dejar de ser hijos. Y nos pasamos a un lado, y volvemos al otro. Mis tripas hoy me dicen que habite el intermedio y enfrento un momento de jugarme a crear, a creer, a compartir sin ser dueña. Estoy más radical en mis convicciones, encontré algo que siento real y es hora de vivir desde ahí donde sólo encuentro a la respiración como compañera.

Me siento paralizada y con ganas de hacer. Y me vuelve a aparecer Aries, y vuelvo a creer en los comienzos. Fui tía por primera vez hace unos días y ayer, mirándonos con Sol, me vi en sus ojos, en esa sensación que calculo tendrán los niños de querer ver más y entender pero sin poder fijar la mirada. Y al mismo tiempo, los brazos de mi hermana y de Martín, su papá, y la tranquilidad de que mientras ellos estén ahí, nada malo le puede pasar. Un llanto por momentos para aclarar que eso no gusta, pero ni siquiera es un rechazo sino más bien una afirmación: estoy sintiendo, tengo un cuerpo.

Así me siento hoy. Pero los brazos son los míos y necesito respirar para no desesperar. Necesito compartirlo para no sentirme sola.

7 comentarios:

  1. Escribís: ¨compartirlo para no sentirme sola¨... NO ESTAS SOLA!!!
    Lo que te pasa es que estás, es que sos, es que sentís... y esta crisis de hoy, te llevará a algo mejor. Refugiate en algo rico, en afectos, entrá en vos.A veces, hay que mirarse al espejo para reconocerse...

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  2. Gracias!!!! Claro que no estoy sola, aunque sentir soledad no me parece un sentimiento negativo! estoy viva, estoy feliz! :)

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  3. Simplemente decirte que Te Quiero Mucho. Eso. :)

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  4. me imagino que no es facil, volver aún con la sensación en el cuerpo, donde uno se haya aquí y allá. Andar y desandar cuesta hasta llegar al equilibrio del silencio.

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  5. Ay, Mariana... Qué precisión. Estoy en la recta final (:::) y sin tiempo para escribirte algo decente y recomendarte libros prometidos. Sólo ahora, tras leerte, me viene a la mente un título, 'El don de arder'. Entrevistas a vidas de mujeres, sí. Mujeres que reconocerás, también en la extrañeza, en el desajuste: esa patria de la que tanto se aprende.

    Un abrazo desde el borde camboyano. Ya sabes lo que eso significa.

    Y es un abrazo fuerte.

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  6. Tengo otro libro para recomendar... "mujeres que corren con los lobos", lo tengo de libro de cabecera, para mi imperdible. Besos

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