jueves, 18 de octubre de 2012

Viajera en camino

Desde que empecé a planear y pensar este viaje, me mantuve en contacto con personas que se definen o entrarían en la categoría de travelers. Con guía en mano, recorren, ven, miran y vuelven a casa con la mochila llena de nuevos lugares, de destinos, de conciencia de la inmensidad del mundo.
Quise ser una,  quise ver muchas cosas, quise pertenecer al grupo de personas que saltan de su cuna de vez en cuando, por mucho tiempo, a veces por pocos días, pero siempre con la confianza de que saben moverse, de que pueden sobrevivir en cualquier lugar, de que viajar es un arte popular, aunque guarde sus secretos.
Cuando llegué a India y a las 2 semanas encontré un lugar donde me quise quedar, y ese pueblo se transformó en mi hogar por 4 meses, por momentos me sentí frustrada, sentí estar renunciando a ser un viajera. No estaba viendo mucho, de alguna manera, me quedé quieta.
En esa quietud, sin embargo, pude practicar algo de disciplina en silencio. Aprendí una técnica milenaria para conectar con el todo, con cada uno de los lugares adonde un traveler llega, a conocer las distintas caras de algo que parece ser inmenso, pero que vive dentro de mí.
Hoy sonrío al pensar que viví el monzón en uno de los lugares donde más llueve de toda India, que miré por la ventana cómo la lluvia, las montañas y el bosque me protegían, me guardaban, me ayudaban a seguir viajando hacia adentro. Las tormentas que hacían las calles ríos y cascadas, las sanguijuelas que amenazaban mis tobillos, las plantas que brillaban de verdes, los amigos, que nos reuníamos bajo techo. El corazón se hincha y mi mente se calma. Seguro que ese fue un viaje.
Con el tiempo las lluvias menguaron y mis piernas estaban listas para caminar. Calculé que en el mes que me quedaba de tiempo podría ver alrededor de 6 o 7 lugares, quedándome en cada uno unos 4 días. Bueno, resulta que se transformaron en 3 destinos. Rishikesh, Delhi y Varanasi. Una semana en Rishikesh, otra en Delhi y más de 10 días en Varanasi. De nuevo, los tiempos no eran los de una viajera oficial. Los tiempos se transformaron en mi ritmo. En cada uno de estos 3 lugares me hubiese quedado varios días más, semanas o meses, pero cada uno fue una etapa nueva del recorrido. India es generosa como una madre primeriza, no descansa, no deja de estimular. En India aprendí a caminar.
Con muy pocas ganas pero por esas cosas en donde no hay con qué darle a las burocracias internacionales, tuve que irme del país. Mi visa vencía. Como el viaje se alargó y esto no estaba en mis planes, pensé en lo bien que me podría llegar a hacer el mar y el sol después de tanta nube, y decidí que Tailandia sería la siguiente estación. Llegué y lloré. ¿Dónde está mi chai? Me faltan los estímulos indios, me faltan las situaciones inimaginables en cada esquina, me faltan las miradas de ojos negros.
Pero como la vida no da puntada sin hilo, y porque tal vez el destino sea una fatalidad, después de dar un par de vueltas por Tailandia sin encontrar un lugar donde me sintiera cómoda, en el lugar menos pensado, en Pattaya, la ciudad del pecado ruso y la liberalidad tailandesa, encontré un pequeño hogar, un gueto de amigos rusos que viven entre la bohemia y el consumo, pero que me abrieron la puerta con un inglés limitado y un corazón enorme. Y me recuerdan mi origen eslavo y me enseñan palabras en ruso, y me explican el significado de mi apellido. Encontré mi ritmo, la cadencia de mi mochila, la búsqueda de mi ser que mi cuerpo intenta acompañar. La felicidad de ser una viajera y de estar encontrando el estilo propio. Pertenezco, sí, a mí son, pertenezco.




10 comentarios:

  1. No puedo parar de llorar... siento que se me sale el corazón! que lindo poder leer tus experiencias así, tan bien escritas... tan desde el alma! Cuanto te quiero! y como me alegra que hayas hecho este viaje. Sé que tenía que ser y ... te lo vuelvo a repetir, GRACIASSS Negrita querida, tu coraje y tu búsqueda me emocionan y conmueven!!!
    Te abrazo muy fuerte! Ana

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  2. Y como todo está en todo, también encontrando tu propio estilo de escribir. HERMOSO!

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  3. Qué lindo Mariana!! Hermoso todo lo que escribis y lo que estás viviendo. Beso grande. Majo.

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  4. Nuevamente pusiste mi piel a 'punto Gallina'.
    Me emocionaste el alma y me recordaste aquella primera vez en que tuve la fortuna de leerte acerca de un Samovar y Rusos a la redonda.
    Me hiciste sentir parte.
    Me diste ganas de volar con libertad.
    Te debo un abrazo inmenso Marian.
    GRACIAS!.

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  5. Me alegro tanto!!! Genial lo que escribís. Besos. Anita

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  6. boluda me mataste. lloro, te siento, lloro más, quiero viajar, quiero dejar todo, quiero viajar. y quiero encontrarte en algún lugar. yo te llevo el chai.

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  7. Hay una frase que me tocó el corazón y el espíritu. Te mando mail y te cuento. Te quiero.

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  8. Mariana, se leo tan lejos... y te siento tan cerca. Gracias por este relato... Y te hago llegar todas mis bendiciones!!! Su`

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  9. Mariana, gracias por llevarnos en tu viaje, montados en una pestania
    Lo curioso de los viajes es que el destino mas rico, mas sorprendente, mas inimaginable, era la llegada al propio interior.

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  10. hasta ahora leo tu blog, muy lindo todo lo que cuentas,después de mi vuelta tambien me pregnto todos los días donde esta mi chai.
    Un abrazo Mariana,
    Glendis (una la venezolana que conociste en Varanasi)

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