miércoles, 12 de septiembre de 2012

Las dos tazas de Delhi


Creo que no me di cuenta de que se trata India hasta que llegue a Delhi. Como en Buenos Aires se respira aire centralizado, Delhi atesora –esa es la sensación- el contraste de ricos y pobres, de príncipes y mendigos. Bueno, ya se, también es una ciudad ecuménica por excelencia y, a pesar de lo superpoblada, es muy pacífica. Pero los pobres están che, y los ricos también.

India Gate - Domingo por la tarde

Recién llegada y sin dudar destino, tomé el metro –digno de capital rica- hacia Chadni Chowk, el centro neurálgico de los bazares indios. Para un lado el mercado de ropa, para el otro el de flores y por acá el de especias y frutas secas. Todo fue caminar y caminar, y agrego, caminar y caminar entre hombres sudados y mirones, pero sonrientes y casi respetuosos, entre motorikshaws y bike rickshaws (taxis bicicleta), entre bolsas de mercadería, carros y vacas. También basura, también mujeres desgranando choclos en la vereda y entre otros que, cansados de cargar peso en la cabeza, se echan como pueden a dormir a la sombra.

Así, exactamente como muestran las películas y los programas de televisión de viajeros con sponsors. Eso es en el medio de Old Delhi, así que si el caos permite mirar hacia arriba –aunque hacerlo signifique indefectiblemente chocarse con algo o alguien- edificios antiguos improvisan nuevos pisos entre paredes que delatan los siglos y cables que confiesan lo inesperado del supuesto desarrollo. Se hace lo que se puede entre la multitud. Cada uno hace lo que puede y todos sonríen. Bueno, casi todos.


Y yo hice lo que pude. Y pude caminar por perdí la cuenta cuánto tiempo. Las fotos no reflejan en lo más mínimo lo que me divertí mientras los muchachos posaban para mi cámara. Tanto estímulo me desbordó y quise capturar todo y todo no es posible. Después de alrededor de dos horas sin descansar un minuto, paré en un puesto a comprar castañas de cajú y vi un banco de plástico vacío. ¿Me puedo sentar por un momento? Claro. Y veo que los que atienden toman chai de unos vasos de plástico de 7 centímetros de alto como mucho que parecen de manteca. Entonces me atreví a preguntar en donde podría conseguir uno para mí. ¿Chai? A los segundos tenia uno de esos vasos gnomos en mi mano.


Tome unas castañas y el chai hirviendo calmó mi cansancio. Nos miramos con los muchachos, pero no nos entendimos. No importa. Cuando me fui quise pagar el té y se rieron. Hasta luego, gracias, sonrisas, fotos.

Unos días más tarde, después de recorrer el Khan Market –un algo como Palermo Soho delhiano- seguí el recorrido top y me metí en el hotel Imperial a probar el famoso High Tea. Hacía mucho que no andaba por pasillos con tanta gente elegante y otra gente que no es elegante pero que es muy rica. Reuniones de negocios por allí, familias de vacaciones por allá, y marchen un Indian Assam Premium por aquí. Thank you so much.



Indian Assam (no milk, thank you) y sándwiches vegetarianos (llegaron a mi mesa jamones y salmones pero mi vuelta al lujo no incluye la ingesta de carne animal. Garcón, por favor, llévese ese plato), Indian Assam y scone con manteca y mermelada de naranja, Indian Assam y tarteleta de uvas, y eclaire de chocolate…Indian Assam…Bombón de chocolate blanco y limón, ¿y ahora qué? Té verde con jazmín. Té verde con jazmín y lectura, té verde con jazmín y me escribí este artículo pensando en que a Mary Kramer podría interesarle compartirlo.
Uno y el otro día un té y su contexto. Alrededor mío se hacían negocios por millones. En uno, por la masividad del mercado; en el otro por la dimensión de los negocios de unos pocos. Al primero me lo regalaron y me prestaron un banquito de plástico, en el otro me trataron como a una reina por 90 pesos argentinos con sillón y mesa máximo confort y mozos de sonrisa servicial. Nada mal, ni el uno, ni el otro.
Confieso: me quedo con las frutas secas, un chai azucarado y mis piernas cansadas. Es que no lo puedo evitar, soy como Crónica, firme junto al pueblo.

4 comentarios:

  1. durante este mes, entré varias veces para ver cómo terminaba nuestro viaje a la India.digo nuestro -fijate- porque he viajado con tus relatos.
    Estoy con gripe desde el lunes.como vos, el chai ha sido mi medicina.Alternando entre uno que me trajo una amiga desde Londres, pero que es Indio, y el Pakistain de Teeson, que em queda poco y reservo como quien reserva su mejor vino en las barricas.

    Me quedo con ganas de más fotos.Si tenés, no nos las prives!
    Un gusto!!! como cada relato!

    ResponderEliminar
  2. Qué linda!
    Yo también, el chai azucarado y las frutas secas al paso cansado.
    Me encanta leerte.

    ResponderEliminar
  3. Muuuuy lindo leerte!!!! Comparto totalmente, me quedo con el Chai en Old Delhi !!!!!!
    También tuve la oportunidad de beberlo allí y tus palabras me ayudaron a revivirlo. Gracias!

    ResponderEliminar