Hoy cambié la tetera o el cortado esporádico que me tomo por la calle muy de vez en cuando por una sopa y Spinetta. Salí con la compu a escribir, a inspirarme. A escribir de lo que se me cantara la gana. Y a las 4 de la tarde, acá me encuentro frente a una crema de lentejas y cebollas en un lugar que me gusta tanto como si yo misma lo hubiese pensado.
Así me siento. Llegar a un hogar restaurante y almacén, que desde cómo se siente el ambiente, la filosofía que lo sostiene y, bien concreto, en las delicias sin agronegocio que me sirven, me hacen sentir en casa.
"Somos conscientes de la importancia que tiene la alimentación en nuestra salud y el impacto en el medio ambiente, por eso utilizamos insumos orgánicos y naturales que conservan los sabores reales y genuinos de cada alimento".
Me encanta venir acá. Me caen bien sus camarerxs y cocinerxs, sus intenciones. Cuando salí de casa pensando en irme a laburar a algún bar, estaba encarando para Varela Varelita, un mítico de Paraguay y Scalabrini Ortíz. Pero me hice cargo de que más ganas que de un cortado y como mucho una traviata, me esperaba la música amiga y las delicias tibias de Casa Munay.
Mientras hago listas, planeo mis sueños, acepto emociones. También leo o chateo con algún queridx, leo el menú, pienso recetas, secretos que les voy a robar, como el de las semillas de amapola en el queso vegano untable o, más sencillo y anunciado, animarme a licuar las lentejas y hacerlas sopa.
Entren a la página: www.casamunay.com porque mi teléfono es muy malito y no tengo otra cosa con qué retratar.
Lo del fútbol no me importa nada, sinceramente. Pero la realidad del país me tiene muy golpeada, el recorte es pura mala noticia, desfinanciamientos para muchos, mentiras, liberación de impuestos y favores para otros. Me duele y me entristece. Las mineras y Bayer (exMonsanto) avanzando sobre las tierras cultivables, Vaca Muerta y el fracking como bandera. Parece que todo se va al carajo por momentos.
Por eso, insisto. Me encanta este lugar y este tipo de lugares. Como me gusta lo que intento en mi casa y en mi vida. Vivir con independencia, en colaboración con la Naturaleza. En ella gran madre incluyo a todos los seres, al resto de los seres humanos también, aunque son a los más me cuesta entender. Más fácil es Kokoro, el gatito amigo que adopté, por ejemplo. Aunque me rasguña, su conducta siempre tiene lógica y sabe jugar.
Después de la sopa me tomé un chai. Canela, jengibre, cardamomo, pimienta, bastante a la India. Pero en agua cortado con un poco de leche de almendras con espuma. Con espuma de leche de almendras, repito. Sí, no soy purista del chai a la india tal cual hecho en leche de vaca. Es más pesado y ácido. De este podría tomarme dos o tres tazas más sin sentir que me explota la panza. Cuando llegue a casa voy a preparar una cacerola y voy a dejar que se ponga bien picante. En lugar de almendras, que me mata el presupuesto, haré leche de avena.
El tema central de mi vida hoy es, entonces, entre sopa, té y la música en español que suena, es que apuesto a la Agroecología, a la Soberanía Alimentaria. A la vida en armonía, a esforzarme por lo que siento que me construye y me integra. A crear redes. A ser Naturaleza. Como Munay, como muchxs otrxs más que lo estamos intentando.
Así me siento. Llegar a un hogar restaurante y almacén, que desde cómo se siente el ambiente, la filosofía que lo sostiene y, bien concreto, en las delicias sin agronegocio que me sirven, me hacen sentir en casa.
"Somos conscientes de la importancia que tiene la alimentación en nuestra salud y el impacto en el medio ambiente, por eso utilizamos insumos orgánicos y naturales que conservan los sabores reales y genuinos de cada alimento".
Me encanta venir acá. Me caen bien sus camarerxs y cocinerxs, sus intenciones. Cuando salí de casa pensando en irme a laburar a algún bar, estaba encarando para Varela Varelita, un mítico de Paraguay y Scalabrini Ortíz. Pero me hice cargo de que más ganas que de un cortado y como mucho una traviata, me esperaba la música amiga y las delicias tibias de Casa Munay.
Mientras hago listas, planeo mis sueños, acepto emociones. También leo o chateo con algún queridx, leo el menú, pienso recetas, secretos que les voy a robar, como el de las semillas de amapola en el queso vegano untable o, más sencillo y anunciado, animarme a licuar las lentejas y hacerlas sopa.
Entren a la página: www.casamunay.com porque mi teléfono es muy malito y no tengo otra cosa con qué retratar.
Por eso, insisto. Me encanta este lugar y este tipo de lugares. Como me gusta lo que intento en mi casa y en mi vida. Vivir con independencia, en colaboración con la Naturaleza. En ella gran madre incluyo a todos los seres, al resto de los seres humanos también, aunque son a los más me cuesta entender. Más fácil es Kokoro, el gatito amigo que adopté, por ejemplo. Aunque me rasguña, su conducta siempre tiene lógica y sabe jugar.
Después de la sopa me tomé un chai. Canela, jengibre, cardamomo, pimienta, bastante a la India. Pero en agua cortado con un poco de leche de almendras con espuma. Con espuma de leche de almendras, repito. Sí, no soy purista del chai a la india tal cual hecho en leche de vaca. Es más pesado y ácido. De este podría tomarme dos o tres tazas más sin sentir que me explota la panza. Cuando llegue a casa voy a preparar una cacerola y voy a dejar que se ponga bien picante. En lugar de almendras, que me mata el presupuesto, haré leche de avena.
El tema central de mi vida hoy es, entonces, entre sopa, té y la música en español que suena, es que apuesto a la Agroecología, a la Soberanía Alimentaria. A la vida en armonía, a esforzarme por lo que siento que me construye y me integra. A crear redes. A ser Naturaleza. Como Munay, como muchxs otrxs más que lo estamos intentando.