miércoles, 28 de agosto de 2013

Hoysiempre

A veces uno se siente así

y no estoy segura de si lo estoy sufriendo
o estoy disfrutando

Bates Littlehales . que no se quién es más que esta foto

jueves, 8 de agosto de 2013

Siempre se vuelve al primer amor

Hace unos días, sentada meditando, me vino la imagen de una taza. Alguien me sopló al oído que vuelva a tomar más té. Es que de tanto tiempo alejada de la tierra natal, el mate fue como el abrazo de los amigos que más extrañé, aunque nunca haya sido muy matera. Además, mi estómago pedía a gritos que me suavice, que le vuelva a dar más importancia al ritual, a las teteras, que vuelva a mi primer amor de agua caliente y hojas, y nada más.

Y así lo hice. Una fuerte gripe me hizo cocinar especias por una semana y una fiesta en casa en la que no anduve con humor de alcohol, me recordó que el té negro es un genial aliado de largas noches y pasos de baile.

Y un mail hace una semana me volvió al oficio: Taragüí me invitaba a su primera degustación de té.


Mi casi veganismo anti Monsanto me hace mirar con recelo a la mayoría de las empresas, pero la verdad que a Las Marías le tengo cariño. Sigue siendo una empresa familiar y saben de lo que hacen.

Bueno, la cuestión es que la degustación la guió Diego Morlachetti, Tea Master y codirector de la Escuela Argentina de Té. Y el muchacho nos entretuvo un buen rato. Tiró tips para despertar los aromas de las hebras como lo hacen en los grandes mercados del mundo: te ponés las hebras en la mano y les tiras tu aliento al exhalar. La humedad levanta los olores y vos disfrutás de esta planta llena de sorpresas. Me encantó. Como me encantó volver a escuchar el genial aliado que es de la salud, su acción antioxidante, vivificante. Me trajo nostalgia de las desgustaciones que guiaba en Chez Pauline, de lo lindo que era compartir la alegría que puede dar una simple taza de té.


Diego me contó que en su infancia rosarina no lo dejaban tomar té, pero que el siempre miraba a su abuelo colar hebras y se entretenía mirando qué formas se armaban con las hojas mojadas. A veces eran árboles, otras eran nubes. Hoy, jugando con las hebras que estuvimos oliendo y comparando me puse a jugar y salió esta forma que quiso ser un corazón pero me di cuenta después de que se parecía más a un toro, y se me vino el signo tauro a la cabeza. Y tauro sabe mucho de placeres.


Asi que muy contenta volví a una parte de mí que el trajín de la vida me había hecho poner debajo de un montón de libros de yoga, reiki y tickets de avión. Y me dio felicidad encontrarla. Eso, encontrar está bueno. Y reencontrar, a veces es todavía mejor, volver a lo que ya se eligió. Y como hubo muy buena onda, me reencontré con colegas queridos y me fui sonriente con un montón de variedades de Taragüí -ahora estoy tomando uno verde con jazmín- los dejo con una sonrisa. Y el blog sonríe, extrañaba que hablemos de té.