sábado, 29 de noviembre de 2014

la ley del amor

Karma es mi acción de ayer, hoy. Mi acción de hoy, mi mañana construido. Karma es aceptar mi fluir y comprometerme con la libertad del camino personal. Karma es vivir donde vivo, el lugar físico y el lugar espiritual, desatando la ilusión del sufrimiento y aceptando la contención del instante eterno. Karma es conciencia en mis palabras, acciones y pensamientos. Es construirlos con sentido. Una decisión marca el rumbo, el amor me contiene en los tropiezos y dificultades. Karma es amor, en ausencia o en presencia.

Karma no es solemne, no es sólo intensidad y obsesión por la liberación. La liberación ya está sellada, karma es fluir en mi camino de desarrollo y crecimiento. Crecer también es aprender a reir, aprender a bailar, bailar y disfrutar, cantar y jugar. Karma es la desaparición de lo bueno y de lo malo, es el diálogo constante con la inevitable impermanencia. Karma es dirección y silencio. Karma es sinceridad. Inocencia.

El karma es esa ley o discusión con los hechos que percibe el cuerpo, karma es la iluminación célula por célula, sin tiempo ni ansiedad. Es registrar patrones, reconocer la ley de la naturaleza donde todo se transforma. Karma no es ingenuidad, es madurez y compromiso, es la manifestación clara y precisa del mundo y la vida que creo, en la que creo.

Creo que existen cosas que me lastiman, no tardarán en aparecer. Creo que hay eventos que me enseñan, no tardaré en crecer. Quiero aprender a amar, a ser generoso y solidario, no tardará en aparecer quien me lo enseñe. Plantas, animales, parientes, amigos, amantes, amores. En diálogo, en colaboración, en red, en solidaridad.

No necesito saber qué hice en vidas pasadas, si abro los ojos todas las vidas se manifiestan en esta, y el respeto, la intuición y la empatía con los demás me permiten comprenderlo, sanarlo, liberarlo, olvidarlo para cantar un Om en medio del vacío. Karma es el sistema financiero del alma, no hay competencia ni créditos, hay aciones y consecuencias, compromisos y satisfacciones. Karma no es deseo hecho instante fugaz, karma es deseo manifestado por ser intención sincera del alma. Karma es convivencia con la energía vital y nuestro instinto de supervivencia, karma es nuestro destino construido por nosotros mismos. Karma es maestro, karma es aprender a ser agradecido o vivir en la carencia, karma es eso que nos duele y de lo que no podemos escapar. Karma es aire y disolución en el instante honesto de la evaluación personal. Karma es amor pidiendo espacio.


Karma es escribir esto y saber que algo cambiará. Karma es no saber qué podrá ser. Karma es saber que sólo podrá ser amor.

sábado, 1 de noviembre de 2014

la lluvia que no para

Es como cuando decís una boludes atómica y te das cuenta. En medio de una conversación en la que querés sentirte parte diciendo algo inteligente, mandás alguna máxima que se te ocurre en el momento sin mucha reflexión ni compromiso con la verdad. No queda otra que digerir, aceptar y mandar por el excusado al ego maltratado por la idea de uno mismo. Las opinologías basadas en ideas construidas sin experimentación nunca llevan a ideas más elevadas, en general irrumpen en los pozos del alma para quedarse estancados hasta que un día, por algún hecho concreto basado en algún movimiento energético-luminoso se liberen y dejen de ser creencia. No sin dolor o algún tipo de sensación de tintes intensos y putrefactos.
Y otra vez no queda otra que oler la mugre mientras se limpia el corazón. Como el sexo, el placer más dulce con el diálogo de poder más delicado. Como la desnudez y la celulitis o las sonrisas y los dientes amarillos. Como el alcohol y la resaca. Como bailar, o correr un colectivo. Como vivir y el cansancio o la felicidad y el dolor físico.

Ir y venir de personas y encuentros que te tienen anclado en el centro de la calesita y todos se divierten y vos sólo girás. Nunca llegarías a la sortija si seguís pensando que el centro no se puede mover hacia otros polos, centros de otros giros, puertas a otros mundos. Parecido a estar escribiendo estas palabras sin entender demasiado de qué estás hablando. Algo como esta lluvia bíblica que habla sin que entiendas qué está pasando, porque sonó el despertador y la vida en la ciudad sigue. Como los árboles al lado de los edificios y las bicicletas entre los colectivos. Como las ganas y la ansiedad, o la solidaridad y la impaciencia.

Como los polos, como aries y libra, como la luna y el sol.
Escuchate, escuchame, escuchémonos.